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Las heridas de la infancia que debemos sanar

Estilo de vida

Las heridas de la infancia son una lesión afectiva que nos impide relacionarnos y sentirnos plenos, suelen salir a relucir conforme te relacionas o incluso también nos hace sentirnos incapaces de solucionar problemas con mayor soltura y resistencia. Aquí te dejamos cuáles son las 5 heridas de la infancia, cómo suelen ser ese tipo de personas y cómo podemos sanarlas.

1.- RECHAZO: Este tipo de persona es común que de pequeño haya sentido rechazo por parte de su progenitor del mismo sexo. Va relacionada con la capacidad de vinculación y apego de los padres. Al no sentir su afecto o contacto puedes huir a tu propio mundo lo que te lleva a sentirte a salvo en soledad. Este tipo de personas suelen ser aisladas, solitarias y busca aceptación del mismo sexo, también padecen de problemas de la piel y las vías respiratorias.

SANAR LA HERIDA DE RECHAZO: Trabajar en uno mismo para desarrollar la capacidad de hacerse presente, conectar con el mundo y vincularse con los demás, dejar de odiarse a sí mismo, pues se aprendió a verse con rechazo y poca dignidad.

2.- ABANDONO: Este tipo de personas suelen ser dependientes, no ponen límites y no saben estar solos. Suelen ser como niños necesitados de amor y buscan que los salven. Son seductores y usan el sexo como herramienta para reafirmar sus relaciones. Este tipo de herida se presenta en personas que desde muy pequeñas tuvieron que hacerse responsables de sí mismos e incluso de sus hermanos. Lo más difícil de esta herida es que siendo adultos sufren una incapacidad para tomar las riendas de su vida y esperan que otra persona lo haga por ellos.

SANAR LA HERIDA DE RECHAZO: Entender que ahora ya no somos niños que tenemos que buscar ser autosuficientes, ahora somos adultos maduros que tenemos las riendas de nuestra vida y debemos hacernos responsables de nosotros mismos de forma económica, afectiva, física y emocional.

3.- HUMILLACIÓN: Este tipo de persona siempre siente que algo mal hay en ella, suele ser masoquista y disociado de su cuerpo. Esta herida se presenta porque en la infancia nos sentimos avergonzados de quiénes éramos, o había burlas constantes de nuestro físico o forma de ser.

SANAR LA HERIDA DE HUMILLACIÓN: Podemos intentar conectar con nuestro cuerpo, valorarlo y sanar la vergüenza que hay respecto a él y lo que somos. Es un proceso terapéutico largo pero satisfactorio, sentir culpa es parte de esta herida y trabajar en quienes somos nos ayuda a eliminarla.

4.- TRAICIÓN: Suelen ser personas desconfiadas y manipuladoras. Pero también resultan ser muy desconfiados, este tipo de herida se da porque en su infancia vivieron con mucha incertidumbre, y creció sintiéndose amenazado por su entorno, por lo regular por padres conflictivos o ausentes. Son personas que se sienten traicionadas por el sexo opuesto y decidieron no entregar el corazón o sus afectos desde pequeños.

SANAR LA HERIDA DE TRAICIÓN: Sanar la herida de traición es muy difícil porque a este tipo de personas confiar en un terapeuta y abrir sus sentimientos les cuesta mucho. Trabaja en tu miedo y vulnerabilidad para que puedas dar ese gran paso de sanar.

5.- INJUSTICIA: Las personas que tienen esta herida suelen ser perfeccionistas, rígidas y con tendencias obsesivo-compulsivas. Esta herida se presenta en personas que crecieron con una autoridad muy rígida y con la presión constante de esforzarse y ser los que más destacan de su círculo social. No se permiten ser espontáneos o disfrutar y reprimieron todo su mundo emocional por ser aceptados.

SANAR LA HERIDA DE INJUSTICIA: Se necesita hacer un trabajo terapéutico con el niño atrapado, que tiene que ver con la infancia robada por circunstancias que no le dieron el derecho de ser niño y disfrutar la niñez. Recuperar el gozo y la libertad son parte del proceso de sanación.

Hacer introspección no ayuda a entender nuestro pasado, así podemos poco a poco ir sanando nuestras heridas para disfrutar de la vida plenamente sin ataduras ni rencores. Recuerda que consultar a un especialista es lo ideal para curar nuestras heridas de la infancia.

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